En el albergue temporal para animales que se había instalado en los patios de la Policía en Mocoa (Putumayo), todos conocían y querían a José Darío Camacho. El hombre llegó a la ciudad apenas se supo de la avalancha que la noche del 31 de marzo acabó con la vida de más de 320 personas y desapareció a otras 70. Los primeros días de ocurrida la tragedia todo era caos y los médicos veterinarios que estaban en el lugar no daban abasto, así que su presencia parecía ser de utilidad.
Las manos no eran suficientes para atender la emergencia, y Camacho intentaba alentar a los animales que voluntarios rescataban del lodo, les suministraba medicamentos y practicaba procedimientos. Así lo registró el pasado 5 de abril El Espectador, que hizo una visita al sitio y acompañó durante la jornada a este hombre. Pero poco a poco fueron llegando médicos veterinarios de distintas partes del país. Camacho seguía presentándose ante sus colegas y medios de comunicación como médico veterinario egresado de la Universidad Nacional, pero su praxis generaba dudas entre los profesionales. Por ejemplo, las dosis que le daba a los animales no correspondían con las ideales.
Algunos veterinarios decidieron pedirle su tarjeta profesional, pero él decía que la había dejado en otra ciudad. Luego le solicitaron el número de cédula y verificaron que en el Consejo Profesional de Medicina Veterinaria y de Zootecnia de Colombia no aparecía registrado. El Espectador se comunicó con la Universidad Nacional que comprobó que Camacho no es egresado de esa institución, y nunca estuvo matriculado en dicha carrera.
Lo que inició como un voluntariado terminó entonces en enfrentamiento entre los profesionales de la veterinaria y José Darío Camacho, a quien le pedían que se encargara de la adecuación del albergue si quería ayudar, pero no de la atención médica de los animales. El hombre, quien asegura también haber sido voluntario en el terremoto hace un año en Ecuador, continuaba pidiendo ayudas para los animales a través de sus redes sociales.
Así recibió donaciones en especie y en dinero de distintas personas, que alcanzaron individualmente la suma de $1 millón. Esas donaciones “nunca las vieron” los médicos profesionales que se organizaron en el Centro Oficial Interinstitucional de Bienestar Animal Mocoa para atender a los animales, según la veterinaria Nicole Acosta. “Recogimos donaciones y no había necesidad de pedir más. Tenemos comida para un año para los perros. Dijimos que no se necesitaban más cosas, pero él en Facebook pedía plata. Puso un letrero grande diciendo que se necesitaba a un traumatólogo y yo soy traumatóloga; él decía que le iba a pagar cuando todos fuimos gratis. La Policía le ordenó que no pidiera donaciones en dinero”.
Al ser indagado sobre estos señalamientos, Camacho reconoció a El Espectador que mintió sobre su título. “No he terminado la carrera, yo suspendí los estudios, pero no estaba ejerciendo en ese momento, estaba encargado de la adecuación del albergue, hubo esa confusión”, respondió el hombre segundos antes de colgar su teléfono. No obstante, Camacho sí suministró medicamentos a animales y se encargó de canalizar a varios de ellos al lado del Coliseo Olímpico.
Voluntarios y animalistas defienden la gestión de Camacho, alegan que su ayuda llegó cuando más la necesitaban, y que las donaciones están soportadas en facturas que el hombre ha publicado en su perfil de Facebook y presentará de ser necesario a la justicia. “Cuando hay un desastre es cuando más se valoran a estas personas, que solo quieren ayudar. No hay tiempo para verificar, y él aún está en los barrios ayudando a los animales”, aseveró una de las voluntarias y reiteró que se trata de una emergencia social y económica.
“En otras fotos que vimos en redes sociales de intervenciones quirúrgicas la asepsia es pésima, parece una carnicería, no maneja protocolos de seguridad. Y usa la respiración boca a hocico, algo que no se puede porque estaba en cirugía, el perrito debe tener sonda endotraqueal (debe estar oxigenado y no se ven pipetas de oxígeno)”, argumenta Acosta.
Un grupo de médicos veterinarios prepara una denuncia penal contra Camacho, por los delitos de estafa, tráfico de estupefacientes (porque se necesita un formato especial para manipular Ketamina que es un anestésico para animales) y falsedad en documento privado. Se estaría frente a un caso de ejercicio ilegal de la profesión, que en el país se castiga hasta con cinco salarios mínimos legales mensuales vigentes.
Varios de los profesionales involucrados en las denuncias han recibido mensajes amenazantes a través de perfiles falsos en redes sociales.
“Hay una proliferación de falsos veterinarios, porque el tema de los animales es el boom del momento. Estamos tratando de mejorar las calidades profesionales, no se trata de competir por cirugías. ¿En un desastre como el de Mocoa qué hace un hombre de estos haciendo cirugías? ¿Qué pasa con esos desechos biológicos? Porque esos hay que entregarlos a un camión que es el mismo que pasa por los hospitales humanos. Se arriesga a los pacientes y es un tema de salubridad pública”, añadió Camilo Ruíz, representante de Vepa Colombia, la mayor asociación de veterinarios en el país.
El albergue para animales ya no existe en Mocoa, porque la mayoría de ellos fueron dados, según Acosta, en adopción, y de los casos más críticos los veterinarios dueños de clínicas se hicieron cargo. Pero los animalistas reiteran que aún hay animales que necesitan ayuda.
Fuente y Fotografía ElEspectador.com