Con 10.599, de los 74.013 infectados de covid-19 en Ecuador, Quito es ahora el epicentro de la pandemia en el país. El sistema hospitalario está colapsado, centenares de pacientes esperan atención médica, diagnósticos, resultados de pruebas o una cama de hospitalización. Aún más grave, hay una larga lista de espera para el ingreso a una unidad de cuidados intensivos (UCI).
El alcalde de la ciudad, Jorge Yunda, le dijo a EL TIEMPO que Quito vive una dura realidad “con un sistema sanitario totalmente repleto. No hay disponibilidad de camas, ni en los hospitales públicos ni privados, no hay disponibilidad de unidades de cuidados intensivos; esa es la realidad que hoy estamos enfrentando”.
La crisis sanitaria se incrementa día a día. El 3 de junio, en la transición de semáforo rojo a amarillo, la provincia de Pichincha, cuya capital es Quito, registraba el 13 por ciento de contagios a nivel nacional. Actualmente el porcentaje es 18,08 por ciento. Alrededor de 50 instituciones públicas que retomaron parcialmente las actividades registran contagios entre sus empleados y otras han decidido volver al teletrabajo para evitar la propagación.
Quito, con 2,8 millones de habitantes, ha iniciado un pico de contagios cuya explosión máxima se registraría en agosto con un incremento del 100 al 150 por ciento de los casos actuales, a decir de expertos como el médico epidemiólogo Alberto Narváez, que pide a las autoridades retornar a Quito al semáforo rojo, por tres semanas, “para evitar el genocidio”.
En diálogo con este medio, el especialista, que dirige brigadas de búsquedas activas de casos en los barrios con mayor número de infectados en la ciudad, insiste en tomar alternativas urgentes como regresar a un estricto semáforo rojo por tres semanas, el control intensivo, cuarentena de los infectados y sus entornos familiares y de contacto, y el aislamiento selectivo de parroquias y barrios más afectados.
Fernando Cornejo León relata que un familiar cercano regresó a laborar el 3 de junio, cuando se decretó el cambio de semáforo de rojo a amarillo para la ciudad. Pocos días después presentó síntomas de la pandemia. Se realizó las pruebas en un hospital público, pero han pasado 12 días y los resultados no llegan. Se realizó el test en un laboratorio privado, donde los costos fluctúan entre 110 y 130 dólares, para confirmar un diagnóstico predecible: paciente positivo de coronavirus, y adoptó medidas sanitarias y de aislamiento porque nunca llegó el apoyo sanitario.
Este parecería ser un testimonio de los muchos que hoy se difunden en pantallas y periódicos ecuatorianos, pero Fernando Cornejo fue viceministro de Salud, es reconocido médico psiquiatra, investigador y académico. En diálogo con EL TIEMPO relata la cercana vivencia y cuestiona el manejo sanitario que se ha dado a la pandemia en Ecuador. “No se han tomado suficientes pruebas, no se han realizado cercos epidemiológicos, se han delegado decisiones parciales a los municipios del país que, en muchos casos, no son aprobadas por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE). En definitiva, no hay control de la enfermedad como se plantea desde el oficialismo”, puntualizó.
Quito tiene 600 fallecidos por la pandemia. 133 cuerpos han sido levantados por criminalística en casas, autos y calles, hechos que evidencian el lento pero progresivo contagio, relacionado, en la mayoría de casos, con movilizaciones y concentraciones en barrios populares de la ciudad, lo que obligó a patrullajes con el apoyo de las Fuerzas Armadas.
El director del Sistema de Emergencias ECU-911, Juan Zapata, cuestiona la actitud ciudadana como un ingrediente peligroso para el incremento del contagio. La capital ocupa los primeros lugares en aglomeraciones, fiestas, libadores, escándalos, entre otros indicadores que evidencian desacato, irresponsabilidad ciudadana, falta de conciencia al no usar mascarilla o irrespeto al distanciamiento social.
Fuente y Fotografía eltiempo.com