La criptomoneda bitcoin ha comenzado a funcionar en El Salvador como divisa de curso legal y, pese a los reiterados intentos del presidente, Nayib Bukele, por vender esta iniciativa como un hito de progreso para el país centroamericano, la jornada no ha estado exenta de protestas ni de problemas técnicos.
En el Centro Histórico de San Salvador algunas personas se agolpaban en el cajero automático “punto Chivo”, que permite transacciones entre dólares y bitcóins mediante una aplicación en el teléfono celular que funciona como una billetera electrónica.
Pero la denominada “Chivo wallet” aún no estaba plenamente disponible tras una caída del sistema.
“Ahorita, por el momento, los servidores no están para poder bajar la aplicación, pero nosotros estamos abiertos al público para cualquier duda”, dijo cerca del Parque Morazán Berenice González, gerenta de uno de los 200 puntos Chivo instalados por el gobierno en todo el país.
Unos metros más allá, en el Mercado Central, el comercio continuaba normalmente vía el dólar, moneda que hace 20 años adoptó este país.
Los vendedores pregonan la fruta y verdura en dólares. “¿Bitcóin? No”, dice una comerciante cuando un cliente le pregunta si lo acepta.
Tras cotizarse a media jornada sobre los 52.000 dólares en el mercado asiático, el precio del bitcoin sufrió un duro revés y se desplomó a 43.000 en los mercados europeos, aunque luego se recuperó hacia los 47.000.
El experimento, único en el mundo, presentó problemas en el arranque.
“Por unos momentos no funcionará @chivowallet, la hemos desconectado mientras aumentamos la capacidad de los servidores de captación de imágenes”, escribió Bukele en Twitter, y pidió “un poquito de paciencia”.
Horas después avisó que ya estaba disponible para dos de las tres plataformas de descarga.
El gobierno ya ha comprado hasta el momento 550 bitcóins, equivalente a unos 26 millones de dólares a precios actuales.
La billetera electrónica Chivo para los teléfonos celulares viene con un obsequio equivalente a 30 dólares en bitcóins para quien descargue la aplicación.
“La expectativa es poder depositar un dinero y, a la larga, si sube el bitcóin, voy a ganar. Y también para comprar (…) porque ya esto del bitcóin está en todo el país”, dijo optimista Raúl Martínez, trabajador de una fábrica de 51 años.
Entusiastas del bitcoin alardeaban en redes sociales de haber comprado con la criptomoneda hamburguesas o pizzas en negocios de comida rápida en San Salvador. Aunque no usando los instrumentos del gobierno, sino a través de enlaces de terceros que ya existen en el mercado global.
Economistas y organismos como el Banco Mundial, el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) son escépticos sobre la adopción del bitcoin como moneda legal debido a su alta volatilidad.
“Es una apuesta enorme para el sistema de pagos del país dado que hacer transacciones en la divisa cuando el precio futuro es tan incierto es riesgoso”, estimó el martes Susannah Streeter, analista de mercados e inversiones de la compañía de servicios financieros Hargreaves Lansdown en Londres.
“Existe la preocupación de que tornándose un refugio bitcoin, el país que ya ha enfrentado problemas serios de corrupción atraiga el tipo incorrecto de inversiones de grupos criminales que buscan el anonimato”, añadió.
El gobierno asegura que el bitcoin estimulará la economía que, desde su dolarización en 2001, ha estado estancada con una media de crecimiento entre el 2 y 4%. En 2020 se contrajo un 7,9% en medio de la pandemia del covid-19. Se proyecta que este año crezca más de 9%.
“No la queremos porque esa moneda nos va a venir a afectar en grande. Uno en el campo vende fruta, ¿y cómo vamos a hacer para maniobrar el dinero? Ese bitcoin no lo queremos”, dijo la campesina Rosa Martha Pérez, de 68 años, durante una protesta en el centro de la capital que congregó decenas de ciudadanos.
Fuente y Fotografía Elnuevosiglo.com