Aunque falta poco más de tres meses para definir el incremento en el salario mínimo, ya las cuentas se han empezado a hacer, en especial por lo que ha advertido el Gobierno. En diferentes oportunidades, el Ejecutivo, en cabeza del mismo presidente Gustavo Petro, ha anticipado que el aumento del salario mínimo para 2026, el último de su mandato, será, nuevamente, elevado.
Esto significa que no romperá una tendencia que viene no solo con la actual administración, sino que también se dio el Gobierno anterior.
El ministro de Hacienda, Germán Ávila, ha señalado que este incremento ha generado beneficios para la economía nacional. Por ello, en su último año de mandato, se da por descontado que el Gobierno impulse, de nuevo, el salario mínimo. Sin embargo, su peso e indexación en la inflación es determinante porque pone los límites, en este caso al alza, de distintos servicios que se reflejarán en los precios.
Los cálculos del área de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá establecen que, en los últimos cuatro gobiernos, siempre el aumento real (descontando inflación) del salario mínimo legal vigente (SMLV) del año final del mandato fue mayor si se compara con los tres años anteriores. Es más, en el Gobierno anterior, el último ajuste real del SMLV fue casi el doble del promedio de los aumentos realizados en los tres años anteriores.
Si este es el escenario que anticipa el Banco de Bogotá, el incremento real del salario mínimo (descontando inflación del año anterior) superaría el 7 %, “un máximo de 40 años. Si bien un aumento de esta magnitud podría beneficiar el poder adquisitivo de los hogares en el corto plazo, la ganancia se diluiría en el mediano y largo plazo por la mayor inflación. Es más, el incremento del salario mínimo podría ser incluso mayor por motivaciones políticas, vía el ajuste del subsidio de transporte, como pasó en 2024”.
Para el área de Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, la convergencia de la inflación al rango meta del Banco de la República entre 2 % y 4 % en 2025 se ha visto limitada, en gran medida, por la dinámica de la canasta de servicios al excluir el componente de arriendos.
En particular, agrega el informe, el aumento en los costos laborales derivados de altos ajustes del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral y la entrada en vigor de la reforma laboral, han llevado a que la inflación de los servicios intensivos en mano de obra —como servicios de comida fuera del hogar, peluquería, guardería, recreación, cultura, domésticos, administración de copropiedad, entre otros— frenen su tendencia bajista en 2025. En general, los mayores costos laborales estarían presionando al alza la inflación de servicios.
Para Investigaciones Económicas del Banco de Bogotá, la definición del salario mínimo será, lo que llamó, “el principal catalizador para la inflación y sus expectativas en 2026, un año caracterizado por las elecciones”.
Según sus proyecciones, mientras los rubros de alimentos, bienes y regulados cuentan con una alta probabilidad de ingresar al rango meta del Emisor en 2026, el de servicios dependerá del salario mínimo. “En efecto, la inflación de bienes, alimentos y regulados se beneficiaría de una potencial baja de la tasa de cambio local. Con un dólar débil a nivel internacional por la fase de recortes de tasa de la Reserva Federal (FED) y una menor prima de riesgo país si el resultado electoral deriva en un gobierno con prácticas fiscales e institucionales responsables, la tasa de cambio se apreciaría”, advierte.
Agrega que, en alimentos, la baja tasa de cambio reduciría los costos de los fertilizantes, resultando en una posible menor inflación, no solo por menores costos, sino por la potencial mayor oferta agrícola nacional a raíz de los desincentivos a exportar alimentos que genera la menor tasa de cambio. De hecho, el buen comportamiento del clima también serviría de soporte. Con esto, se espera que la inflación de alimentos se ubique en 3,1 % a finales de 2026.
Por el lado de bienes, aunque la menor tasa de cambio reduciría el costo de los artículos importados, considera que la mayor demanda interna limitaría parcialmente lo anterior. Como resultado, la inflación de bienes extendería su tendencia ligeramente alcista hasta finalizar en 3 % el siguiente año.
En regulados, asegura que la menor tasa de cambio soportaría bajas inflaciones de las tarifas de gas, electricidad e incluso gasolina, dado el menor precio de ingreso al productor. Aquí anticipa una inflación de 3,5 % al finalizar 2026.
eñala que, con excepción de servicios, hay una alta probabilidad de que la inflación converja al rango meta del Banco de la República, pero destaca que queda sujeto en gran medida a las decisiones del Gobierno. Por un lado, los cálculos del Banco de Bogotá muestran que, si el aumento del salario mínimo para 2026 es +9,5 % (igual que en 2025), la inflación finalizaría en 4,1 %. Por el contrario, si el ajuste es de +12,4 %, la inflación finalizaría en 4,7 %.
“Ahora, a esto hay que adicionarle los impactos inflacionarios de la posible aprobación de la reforma tributaria. De aprobarse y el Gobierno aumentar el salario mínimo en +12,4 %, la inflación finalizaría 2026 arriba del 5 % por sexto año consecutivo. Por lo tanto, la senda de inflación y por ende de tasa de interés del Banco de la República queda, en su mayoría, sujeta a las decisiones del Gobierno en su último año de mandato”, puntualizó el Banco de Bogotá en su informe.
Fuente y Fotografía msn.com/es-co