• mié. May 1st, 2024

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Cesar Melgarejo-Eltiempo.com

Personas caminando por las calles o ingresando a algún almacén de ropa, congestiones en vías, buses llenos de pasajeros, pero, principalmente, vendedores informales sobre los andenes, fue el panorama en varias zonas el primer día de reactivación económica de Bogotá, después de cinco meses de cuarentenas.

Tras una semana de manifestaciones de comerciantes minoristas exigiendo que se les permitiera volver a abrir sus locales, la alcaldía levantó las restricciones por grupos de localidades –del último salieron dos el martes y cinco más ayer– y estableció una serie de medidas para la nueva realidad que vivirá la capital del país de acá a finales de diciembre.

Esas decisiones permiten la reactivación durante varios días de la semana para establecimientos de comercio al detal, restaurantes con servicio a la mesa y dentro de centros comerciales, ventas informales, cultos desde la ventana, autocines y la apertura de ciclovías y parques, entre otras. Precisamente ayer fue el primer día de aplicación de las nuevas medidas.

El centro, San Victorino, Sanandresitos, Restrepo, Kennedy, Bosa, La Alquería y Venecia, entre otros sectores de comercio tradicionales, estuvieron atestados de personas.

Pero también hubo zonas de la ciudad donde los residentes y los ambulantes no salieron masivamente. Este fue el caso de la localidad de Chapinero. Allí, según la alcaldía local, simultáneamente a los operativos de control, se adelanta un proceso de diálogo y concertación.

“Eso fue lo que llevó a que las personas tuvieran un comportamiento ejemplar y los comercios abrieran parcialmente”, le dijo a este diario un vocero de la localidad.
También se vio disciplina dentro de los establecimientos. En ninguno hubo filas, y el control del ‘pico y cédula’ fue estricto.

Juan Esteban Orrego, director ejecutivo de Fenalco Bogotá y Cundinamarca, dijo que el comercio en general vio con esperanza el mayor movimiento de gente y las congestiones en algunas vías.

Donde realmente parecía haber vuelto todo a la normalidad fue en San Victorino, una de las zonas donde antes de la llegada de la pandemia era difícil caminar entre tanta gente. Allí se habían establecido restricciones para el ingreso y se aplicaba el ‘pico y cédula’, la toma de temperatura y se exigía el tapabocas. Aún así, un fin de semana podían entrar cerca de 30.000 personas.

No obstante, durante la primera jornada de reactivación se volvieron a ver los vendedores de cuadernos, buzos, delantales, chaquetas y jeans saliéndoles al paso a los traseúntes y resultaba más fácil caminar por la calzada que por los andenes, que estuvieron todo el día ocupados por los tendidos de los informales.

Wilson Forero, quien dice que confecciona de todo, desde sudaderas, chaquetas, blusas hasta jeans, es uno de esos vendedores que ante la posibilidad de rebuscarse lo del diario salió desde la madrugada con la firme intención de empezar a recuperar los días perdidos. Sin embargo, no fue mucho lo que logró vender.

Dice que apenas cuatro pantalones, a 35.000 pesos cada uno. A eso tiene que restarle los 70.000 que vale el bodegaje y el día del joven que le colaboró. “Son 5.000 pesos que me gano por pantalón. Si vendo 140.000, quiere decir que me gané 20.000”, dice este bogotano que desde los 12 años –tiene 35– se gana la vida con las ventas en el Madrugón. Antes de la pandemia se hacía por lo menos 600.000 pesos en el día.

“Se vio mucho vendedor, pero pocas ventas. Esto está muy duro”, dijo lamentándose por el día que tuvo. En la cuarentena, Wilson y 180 “confeccionistas” más de San Victorino se ganaron la vida produciendo tapabocas, en un proyecto con el Banco Caja social.

Este informal explica que la cantidad de vendedores en las calles del centro se debió a que todos vieron en la reapertura una oportunidad de trabajo. “La gente está desesperada, y si se escucha que hay una oportunidad de trabajo, pues todo el mundo sale a trabajar, a producir algo de dinero”, insiste.

A otro que tampoco le fue muy bien fue a Luis Chaparro, quien desde hace 30 años vende libros en los barrios y que ayer caminó desde Venecia y La Alquería, en el sur de la ciudad, hasta el centro, pasando por el parque Tercer Milenio y San Victorino.

Me fue regularcito. Se hizo lo de la pieza, que me vale 12.000 pesos la noche, y para tomar café con pan”, afirmó este bogotano, quien no dejó de sentirse sorprendido por la cantidad de informales que se encontró ayer en su largo recorrido.

Fuente y Fotografía Eltiempo.com

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Por Oscar Mendez

Periodista Colombiano y Director del Portal Web www.radionoticiascasanare.com