La violencia en Colombia en el conflicto ha dejado más de 9 millones de víctimas, muchas de las cuales son familiares de integrantes de la Policía y del Ejército, a los que actores violentos segaron la vida en actos del servicio e incluso en horas de descanso cuando no vestían el uniforme. Es un drama que deja viudas, huérfanos y en general familias gravemente afectadas.
En lo corrido del año han sido asesinados 45 policías en diferentes regiones del país.
Hoy los que lloran son los allegados a 7 policías, tres de ellos jóvenes auxiliares que prestaban en esta institución el servicio militar, quienes fueron asesinados en una emboscada supuestamente perpetrada por las disidencias de las Farc en zona rural de Neiva, cuando se dirigían al corregimiento de San Luis tras participar en una actividad de bienestar social en esta capital.
El vehículo policial transitaba por una carretera despoblada cuando fue activada una carga explosiva que lo tiró contra la ladera de la montaña, al tiempo que los criminales les disparaban ocultos en la vegetación. Finalmente, los atacantes, que serían parte de la estructura, Dagoberto Ramos, remataron a sus víctimas.
Sobreviviente
El único sobreviviente de la masacre fue el auxiliar Gustavo Alberto Esquivel, con apenas 19 años y quien lleva 3 meses en la institución. “Doy gracias a Dios por la oportunidad de volverlo a ver. Estoy contento con Dios”, señaló con los ojos aguados Jesús Esquivel, cuando esperaba en las afueras de una clínica en Neiva que le permitieran ingresar a ver a su hijo. “Mi hijo es un milagro de Dios y no me gustaría que siguiera en la institución”, dijo el atribulado progenitor.
Se conocieron apartes de la declaración que dio el auxiliar Esquivel a las autoridades. Dijo que viajaba en la parte trasera de la patrulla, que cuando sintió la explosión y las ráfagas se tiró del vehículo y comenzó a disparar.
Agregó que luego se metió en la maleza y comenzó a caminar. Encontró una alcantarilla en donde se escondió y por ahí salió más abajo del sitio del atentado. Horas después fue rescatado por sus compañeros de la policía.
Sin embargo, no corrieron con la misma suerte los auxiliares Santiago Gómez, Ricardo Cubillos y Mauricio Pascuas, a quienes la violencia les cortó la existencia con apenas 18, 20 y 19 años, respectivamente. Ellos también llevaban tres meses en la Policía.
Esperan entrega de cuerpos
Los familiares de los policías asesinados cerca de Neiva, seguían ayer al cierre de esta edición a la espera de que Medicina Legal entregue los cuerpos. Según lo que se conoció, ello ocurriría hoy.
De ser así, en horas de la tarde de este martes se realizará una eucaristía y homenaje en la Catedral de Neiva a los uniformados que fueron sacrificados.
Horas después del atentado terrorista algunos familiares se dirigieron al sitio en que fueron emboscados los uniformados. Héctor Gutiérrez, cercano al intendente Luis Alberto Sabi, dijo que “madrugué a irme al lugar de los hechos, cogí mi motocicleta y fui hasta allá”.
Agregó que “muy aterrador, muy aterrador, porque eso fue un acto terrorista que queda uno sin palabras, porque en el sitio donde sucedieron los hechos, no les dieron oportunidades de nada”.
Luis Sabi, padre de Luis Alberto Sabi, dijo que “tenía 37 años, le faltaba año y medio para salir. Infortunadamente la violencia en Colombia nunca para (…). Era un muchacho que no tenía ningún vicio, solo el servirle a la patria. Nos duele que le hayan arrebatado la vida vilmente”.
Añadió que días previos al atentado su hijo le dijo desde el corregimiento San Luis que “padre, estoy bien’. Me decía que hace algunos días les habían quitado la energía y que de pronto era un hostigamiento”.
Agregó el señor Sabi que “le decía que la situación estaba muy dura. En estos momentos a un policía lo asesinan por $100.000. Él me dijo ‘si yo salgo de aquí quiero irme a viajar, mirar a ver qué hago’”.
En tanto que dirigiéndose a los sujetos que asesinaron a su hijo, dijo que “no los perdono, no soy Dios para perdonarlos, siempre voy a quedar con eso, le arrebataron la vida a mi hijo. En este país nunca se va a tener la paz”.
Familiares de algunos uniformados asesinados llegaron desde otros departamentos a Neiva, como es el caso de los padres, la hermana y los hijos del patrullero Jhon Fredy Bautista, quienes vinieron desde Boyacá. El uniformado llevaba 11 años en la Policía Nacional.
Mientras que José Luis Carreño, hijo del subintendente Durverney Carreño Rodríguez, de 39 años de edad, recordó con emoción el último diálogo que tuvieron.
“Nos dimos palabras muy allegadas, donde nos decíamos mutuamente que estábamos orgullosos de nosotros. Nunca habíamos hablado así. Eso fue como una despedida”, dijo el joven.
En tanto que otro de sus hijos, el pequeño Luis Santiago, aferrando con fuerza una gorra de la Policía dijo que “esa gorra era de las pertenencias de mi papá cuando nos dieron lo que a él le quedaba aquí en el corregimiento de San Luis”.
Bebé huérfana
Wilson Jahir Cuéllar Losada desde muy joven tuvo claro que sería policía, como efectivamente lo logró, en donde era intendente, hasta que la violencia le cortó su sueño.
Mercedes Losada, la madre, contó que “con ayuda de su hermana le pagamos el curso en una escuela y desde entonces se dedicó a ser policía”.
La señora recordó la última vez que vio a su hijo, un día antes de que la muerte lo sorprendiera, cuando la fue a visitar a su casa en Neiva acompañado de esposa y sus hijos de 18 y 4 años, y Antonella, quien el próximo domingo cumplirá 2 meses de vida.
La mujer recordó que fueron a almorzar todos a un restaurante cercano a su casa. Poco después su hijo se marchó porque tenía una cita médica. “Me dio un beso y se fue”, dijo la señora Mercedes, quien destacó que “Wilson fue un hijo bueno, noble, respetuoso, una persona excelente, buen hermano y esposo”.
Sandra Cuéllar, hermana del subintendente Jair Cuéllar, dijo que “amaba a su Policía, ya se había pensionado y él por amor a su uniforme dijo ‘yo sigo hasta diciembre’, y no quiso, le insistimos demasiado y no quiso retirarse”.
Añadió que “mi hermano era un ser excepcional, mi hermano creo en la vida le hizo daño a alguien. Él vino a este mundo fue a servir y amaba su uniforme”.
Fuente y Fotografía Elnuevosiglo.com