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Los gritos contra la brutalidad policial hacia los afroestadounidenses volvieron a retumbar este jueves en las calles de las principales ciudades de EE. UU., mientras que Mineápolis despedía entre lágrimas a George Floyd, cuyo asesinato ha desatado una ola de protestas sin precedentes desde el asesinato en 1968 del líder de los derechos civiles Martin Luther King.

Cientos de personas rindieron homenaje a Floyd en el anfiteatro de una universidad de Mineápolis, adonde acudieron, entre otros, Martin Luther King III, el hijo mayor del inmolado líder, así como el reverendo Jesse Jackson, que estuvo a su lado en las marchas de los años 60.

Frente al ataúd plateado de Floyd, la elegía le correspondió al reverendo y veterano activista por los derechos civiles Al Sharpton, quien en un emotivo discurso instó a la comunidad negra a quitarse de una vez por todas la “rodilla” que les presiona el cuello y les impide prosperar, una metáfora con la que evocó el asesinato de Floyd.

Floyd, convertido en un símbolo del hambre por el cambio, falleció el 25 de mayo después de agonizar durante nueve minutos postrado en el suelo y mientras un agente blanco presionaba su rodilla contra su cuello, una escena grabada en video y que ha desatado indignación en todo EE. UU.

La historia de Floyd es la de todos los afroamericanos de este país –expuso–. ¡Desde hace cuatrocientos años, la razón por la que no hemos podido ser quienes queremos ser y no hemos podido siquiera soñar con quién queremos ser es porque hemos tenido tu rodilla sobre nuestro cuello!”, dijo.

El reverendo argumentó que “lo que le ocurrió a Floyd ocurre cada día en este país, en educación, en la atención sanitaria y en cualquier otra área de la vida”, por lo que pidió a la comunidad negra que se rebele y clame: “¡Quita tu rodilla de mi cuello!”.

El abogado de la familia, Ben Crump, prometió “justicia” en el caso. Crump afirmó que Floyd murió por la “pandemia del racismo y de la discriminación”, después de que la autopsia de Floyd confirmó su fallecimiento por asfixia y reveló también que estaba infectado con el nuevo coronavirus.

La ceremonia, con música y fuertemente marcada por las restricciones del covid-19, mezcló testimonios íntimos de la familia con la presencia de activistas y políticos como la senadora de Minesota Amy Klobuchar y el alcalde de Mineápolis, Jacob Frey.

El ataúd dorado con sus restos fue colocado delante de una proyección que muestra un mural pintado en el lugar donde murió Floyd, y donde ahora hay un memorial improvisado con flores y mensajes.

La mayoría de los asistentes portaban mascarillas, algunos con la leyenda “No puedo respirar”, las últimas palabras pronunciadas por Floyd cuando el policía blanco Derek Chauvin lo inmovilizó presionando la rodilla contra su cuello durante ocho minutos y 46 segundos.

En un momento de la ceremonia, los asistentes guardaron silencio durante este mismo espacio de tiempo.

Chauvin ha sido acusado de asesinato en segundo grado; mientras que los otros tres agentes se enfrentan a cargos criminales por haber permanecido impasibles ante el asesinato y, además, cada uno deberá pagar una fianza de 750.000 dólares, según ordenó ayer un juez.

De ser condenado, podría ser sentenciado hasta a cuatro décadas de cárcel, aunque en EE. UU. son pocos los casos de condena contra policías.

El funeral de ayer en Mineápolis es solo el primero de una serie de servicios religiosos destinados a honrar a Floyd, cuyo nombre siguió ayer resonando en multitud de protestas en EE. UU.

En Washington D. C., donde se registraron fuertes disturbios en la noche del domingo, la alcaldesa, Muriel Bowser, anunció ayer el fin del toque de queda.
En los dos últimos días, la violencia se ha ido apagando y el miércoles por la noche no hubo ningún arresto relacionado con las protestas, a las que acudieron unas 5.000 personas, de acuerdo a las estimaciones del jefe de la policía de la capital estadounidense, Peter Newsham.

El lunes, cuando los manifestantes fueron dispersados frente a la Casa Blanca con gases lacrimógenos, hubo 288 arrestos y el martes se produjeron 29, indicó Newsham.

A pesar de la disminución de los disturbios, el Servicio Secreto fortaleció aún más el perímetro de seguridad alrededor de la Casa Blanca: lo amplió algunas calles y desplegó nuevas vallas de rejillas negras, así como bloques de cemento gris.

Dentro de ese perímetro de seguridad, a primera hora de la tarde, decenas de agentes vigilaban a cierta distancia a los activistas que comenzaban a acercarse a la mansión presidencial.

En Mineápolis, la situación se calmó después de los disturbios del pasado fin de semana, pero el alcalde de la ciudad, Jacob Frey, estimó que los daños sumaron 55 millones de dólares.

Fuente y Fotografía eltiempo.com

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Por Oscar Mendez

Periodista Colombiano y Director del Portal Web www.radionoticiascasanare.com