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El hombre más popular de los últimos 50 años en Brasil será encarcelado. Luego de la decisión tomada por el Tribunal Supremo Federal  (a las 11 p.m., hora de Bogotá), sólo le falta empacar su maleta y pagar la condena tras las rejas, salvo que un último recurso, que tiene remotas posibilidades de ser efectivo, según los expertos,  sea fallado a su favor el 10 de abril.

El destino del expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se ensombreció  cuando 6 de los 11 jueces de la corte suprema votaron a favor de que sea arrestado para cumplir una condena de 12 años de prisión por corrupción, a solo seis meses para las elecciones que lo tienen como favorito.

El exmandatario (2003-2010) fue condenado en enero por un tribunal de apelación a doce años y un mes de cárcel por haber recibido un apartamento de lujo de una constructora involucrada en la red de sobornos de Petrobras.

El voto que sembró desazón entre sus seguidores fue de la juez Rosa Weber, que se consideraba dudoso. En su alegato, afirmó que “la ejecución de la condena del tribunal de apelación (…) no compromete el principio constitucional de la presunción de inocencia”.

Bocinazos y lágrimas

En las afueras del tribunal en Brasilia, los detractores del exmandatario reaccionaron con festejos, mientras sus partidarios recibieron la noticia abatidos o llorando.

En la sede del Sindicato de Metalúrgicos en Sao Bernardo do Campo, cinturón obrero de Sao Paulo, desde donde Lula sigue el juicio en una sala privada, los militantes del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) mostraban nerviosismo.

“Es una farsa, un golpe muy grande, no acepto a Lula fuera de las elecciones, no acepto un inocente en la cárcel de ninguna manera”, dijo Maria Lucia Minoto Silva, una profesora de historia de 60 años.

El debate se desarrolla bajo fuertes medidas de seguridad ante una creciente polarización política en Brasil.

“Atrapar a los chicos pobres”

“El sistema penal está hecho para atrapar a los chicos pobres y no consigue atrapar a los que desvían millones por corrupción. No conseguimos atraparlos y no lo conseguiremos si cambiamos [las reglas] hoy”, había afirmado poco antes el juez Luis Barroso, quien también rechazó el recurso para que Lula evite ir a prisión.

Fachin, relator de la Operación Lava Jato, que dejó al descubierto una red de corrupción entre empresarios y políticos, recomendó mantener la legislación vigente, señalando que Brasil es a menudo señalado en tribunales internacionales por la extensión de sus procesos hasta que estos caen en los plazos de prescripción.

Su colega Gilmar Mendes aportó el voto en favor del recurso (un “habeas corpus”), argumentando que la posibilidad de detener a un acusado se había convertido en un dictado de “prisiones automáticas”.

Aunque Lula consiguiera evitar la prisión –algo muy improbable- su candidatura está en jaque porque la justicia electoral impide postularse a condenados en segunda instancia.

Tensiones

La corte en Brasilia trabajó aislada del público. En el exterior, la policía montó un vallado para separar a los manifestantes de ambos bandos.

La tensión que precedió al juicio tuvo su momento más álgido el martes, cuando el comandante del Ejército, el general Eduardo Villas Boas, aseguró en su cuenta de Twiter que compartía “el ansia de todos los ciudadanos de bien, de repudio a la impunidad y de respeto de la Constitución, la paz social y la democracia”.

La polarización en Brasil dejó paso a la violencia a fines de marzo, cuando una caravana proselitista del líder de la izquierda fue atacada con armas de fuego.

La primera economía latinoamericana recorre una crisis política que ya lleva más de tres años, en medio del bombardeo de acusaciones de la corrupción desvendada por Lava Jato contra figuras de prácticamente todos los partidos.

En 2016, Dilma Rousseff, sucesora y protegida de Lula, fue destituida por el Congreso, acusada de manipulación de las cuentas públicas.

El ambiente político provocó una depreciación del real frente al dólar en las últimas semanas.

El que fuera el presidente más popular de la historia reciente de Brasil se declara inocente en este proceso y en los otros seis que enfrenta por delitos como tráfico de influencia y obstrucción a la justicia.

 

10 de abril, final de la historia

Pese a la condena, confirmada por la Corte, Lula no ingresa a prisión inmediatamente porque su defensa aún cuenta con un recurso que puede ser interpuesto ante el Tribunal de Porto Alegre, que lo condenó el mes pasado por sus relaciones con Odebrecht.

Expertos consultados por la AFP y la prensa local, Folha de Sao Paulo y Estadao, han dicho que este recurso es simplemente una formalidad y tiene una probabilidad mínima de que bloque la decisión tomada por la Corte, que se entiende como un decisión de cierre, aunque ese fue el principal tema de debate en Brasil.

Ambas partes invocaron principios constitucionales. Los que se oponen a la concesión del habeas corpus invocaron el párrafo 57 el artículo 5 de la Constitución de 1988, aprobada apenas tres años después del fin de la dictadura militar (1964-1985). Ese artículo dice: “Nadie será considerado culpable hasta el tránsito en juzgado de la sentencia penal condenatoria”.

“Tránsito en juzgado” significa que todas las instancias judiciales confirmaron la sentencia. Y Lula fue condenado hasta ahora en las dos primeras instancias, con posibilidades de recursos ante el Superior Tribunal de Justicia (STJ) y ante el Supremo Tribunal Federal (STF, corte suprema).

Según afirmó uno de los abogados del expresidente, José Roberto Batochio, en su alegato ante el STF del 22 de marzo, ese artículo, así como otros del código penal, “están bajo amenaza (…) de extinción” debido a la imposición de las ejecuciones de penas anticipadas.

Fuente y Fotografía Colprensa-nuevosiglo.com.co

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Por Oscar Mendez

Periodista Colombiano y Director del Portal Web www.radionoticiascasanare.com