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No se podía esperar que, como los malos estudiantes, en los exámenes finales la Selección Colombia remediara lo que hizo mal desde la conclusión del Mundial de Rusia 2018, y clasificara a Catar 2022.

La seguidilla de errores, que hoy tiene al país fuera de la cita ecuménica del fútbol en noviembre inició con la decisión del presidente de la rectora del balompié nacional, Ramón Yesurún, de no renovarle el contrato a José Pekerman, a quien ignoró, a pesar de la disposición del argentino para quedarse tras llevar al combinado patrio a Brasil 2014 y Rusia 2018.

A ello se sumó el tiempo que se perdió a la espera de que Carlos Queiroz finalizara sus compromisos con Israel para oficializarlo como seleccionador nacional, solo porque ese era el capricho de Yesurún.

La idea, decía el directivo, era darle un toque europeo al onceno nacional y por ello se empecinó en que el técnico tenía que ser el portugués, sin importar que desconocía la idiosincrasia del jugador colombiano y, que su método de trabajo iba a chocar con sus costumbres.

La apuesta fue arriesgada y un grupo que venía unido se desintegró, al punto que el entrenador fue el que pagó los platos rotos tas las goleadas 3-0 ante Uruguay en Barranquilla y 6-1 frente a Ecuador en Quito.

Pero nuevamente se perdió tiempo. No hubo un plan de choque para buscar darle solucionar a lo que mal había empezado.

Esta vez, fue Álvaro González Alzate el que impuso su voluntad y se optó por Reinaldo Rueda para que se sentara en el banco técnico de Colombia, sin importar que el vallecaucano no daba pie con bola al frente de la selección de Chile.

Y nuevamente se perdió tiempo. Luego de lanzarle el salvavidas a la federación austral, que estaba encartada con Rueda, el estratega regresó al país y permaneció oculto, no dio señales de vida, puesto que no presentó su plan de trabajo.

Los directivos, más preocupados por las investigaciones que les seguían por la reventa de boletas para las eliminatorias al Mundial de Rusia 2018, se desentendieron de la Selección y solo aparecieron para desmentir los enfrentamientos entre jugadores al cabo de los partidos que se perdieron y que empezaron a labrar el camino de la eliminación de Catar 2022.

La era Rueda

A las malas determinaciones de los directivos se fueron sumando factores como los cambios erráticos del técnico Rueda en la mayoría de los partidos, así como sus planteamientos.

A Colombia le faltó elaboración de juego y los delanteros fracasaron por completo en siete partidos en los que no se convirtió un solo gol.

Nadie se explicaba cómo un equipo que tenía en su nómina a goleadores de la talla de Falcao García, Duván Zapata o Luis Fernando Muriel, no fuera efectivo frente al arco contrario. Sin embargo, la respuesta siempre estuvo en los planteamientos de Rueda y en la excesiva disciplina táctica de los jugadores.

En la Selección nunca apareció un líder que propusiera hacer algo diferente dentro de la cancha a lo planificado por el técnico, a pesar de que muchos de los partidos exigían un trabajo distinto al que se estaba desarrollando.

No hay que olvidar que en alguna ocasión, tras una larga charla técnica, Carlos ‘Pibe’ Valderrama reunió a sus compañeros y le dijo: “eche, que v amos a hacer esa vaina, nosotros vamos es para adelante”.

Pero es que esta Selección adoleció de un verdadero líder y los que hubo no fueron determinantes sino que más bien ayudaron a dividir.

Unido a ello están situaciones como la develada por Falcao García, quien dijo públicamente tras el partido frente a Argentina, en el que se necesitaba arriesgar, que la única preocupación de Rueda era evitar que les marcaran un gol.

¿Cómo es posible que un equipo que necesita ganar no piensa en atacar sino en defenderse? Pues bien, esa era siempre la gran preocupación del seleccionador nacional. Así lo demostró frente a Bolivia en La Paz, en donde se pudo salir a buscar los tres puntos. O frente a Paraguay en Asunción o Uruguay en Montevideo. Los tres puntos sumados en esos tres partidos, en su momento, se calificaron como “puntos de oro”, pero no lo eran.

Se veían así porque otros resultados estaban jugando a favor de Colombia, aunque se sabía que en cualquier momento eso iba a dejar de suceder y que esos partidos que eran ganables pero se iban en empates, tarde o temprano se notarían.

Luego vinieron los duelos frente a Ecuador y Perú en Barranquilla. La historia fue la misma, se apostó por no perderlos a sabiendas de que los puntos que se dejaban escapar harían falta. Lo más grave es que se perdió ante Perú, justo el seleccionado que hoy festeja la clasificación al repechaje, después de haber vencido 2-0 a Paraguay en Lima, mientras que a Colombia de nada le sirvió vencer 1-0 a Venezuela a domicilio.

Así, la era Rueda resultó un fracaso y el técnico, con sus planteamientos, cambios erráticos y estilo de juego, sentenciaron a Colombia a quedar fuera del Mundial de Catar.

¿Y los jugadores?

No son únicamente los directivos y el técnico Rueda los responsables de este rotundo fracaso. No. También lo son los jugadores. Tal vez no todos, algunos pocos, muy pocos se salvaron de la debacle, aunque al final todos perdieron porque no cumplirán sus sueños de estar en Catar.

Entre los que pueden darles la cara a los aficionados están el golero David Ospina, de pronto Wilmar Barrios y Luis Díaz. Los demás quedaron en deuda.

Algo tuvieron que ver en la salida del técnico Queiroz y mucho en la seguidilla de partidos perdidos y empatados sin gol. Si algo le faltó a esta Selección fue actitud y esa no la podían poner Yesurún, González Alzate o Rueda, sino cada uno de los integrantes del combinado patrio, dentro de la cancha.

Se perdió una gran oportunidad de ir al Mundial de Catar en una eliminatoria que, aunque para muchos es de las más exigentes del planeta, resultó ser mediocre y en la que solo Brasil que sumó 45 puntos y Argentina, confirmaron que su nivel es muy superior al del resto de selecciones suramericanas.

El fracaso de Colombia no se dio por un partido sino por un cúmulo de malas decisiones y errores que no se pueden repetir de cara al Mundial de 2026 cuando a México, Estados Unidos y Canadá irán seis representativos del área y otro buscará cupo en el repechaje.

El trabajo debe empezar hoy bien sea con el anuncio de la salida de Rueda o su ratificación (no sería extraño por la forma de actuar de los directivos) o por lo menos la exposición de un plan de trabajo en el que se diga si se va a optar por un técnico nacional o uno extranjero.

Esperar que los directivos asuman su responsabilidad y den un paso al costado es mucho pedir porque más que trabajar en beneficio del fútbol colombiano, lo único que les preocupa es atornillarse a sus puestos.

A Rueda, por fortuna lo esperan en Nacional. El grave problema es que quien llegue al banco técnico tendrá que empezar a pensar en el recambio generacional y en alejar a jugadores de los que se dice, no suman sino que dividen.

Con relación al partido de anoche ante Venezuela, lo único rescatable es que se rompieron varias estadísticas adversar, como la de que a la Vinotinto no se le ganaba desde hacía 26 años en su casa o que nunca se había podido derrotar a un equipo dirigido por Pekerman. Lo demás pasará a la historia como la eliminatoria del rotundo fracaso.

Fuente y Fotografía Elnuevosiglo.com

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Por Oscar Mendez

Periodista Colombiano y Director del Portal Web www.radionoticiascasanare.com